Feliz lunes

lunes, 26 de noviembre de 2012

Los lunes son una mierda. Si me apuras, puede que los lunes sean una puta mierda. Llego a trabajar hecho un asco, porque en realidad los fines de semana no descanso y me paso el día odiando a la vida en la Tierra, hasta las 5 de la tarde aproximadamente. 

Hay quien le gustan los lunes, que piensan que son muy guays. O peor. Hay gente que se pone en el estado del Facebook algo como "a comerse el Lunes", "con las pilas cargadas" y putas mierdas similares. O peor. Hay gente que lo tuitea. El mundo está lleno de gente rara para la que pido respeto y recelo. 





No obstante, os quiero tranquilizar a todos, a todas esas extrañas personas y a los que odiamos los lunes. Estoy seguro que hay algunas cosas en las que podemos estar de acuerdo. 

Por muy mal día que tengáis,  NUNCA SERÉIS COMO DONATELLA AQUEL DÍA. 


http://brilliantsick.tumblr.com/image/36065335770

#felizlunes

El malo es Carlos Larrañaga

viernes, 16 de noviembre de 2012



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Soy espía y estoy en la habitación de un hotel. Alguien pega una patá a la puerta y entra. Es él, el malo. Empezamos a una lucha muy poco espiística (que la RAE me perdone), mezcla de puñetazos y manotazos de madre al aire. En fin. El caso es que suena el teléfono y el malo se despista más de la cuenta y contesta, (un despiste típico de los sueños) momento que yo aprovecho para salir corriendo, huyendo de la habitación.
Corro hacia al elevador para bajar al vestíbulo del hotel porque las escaleras están averiadas. Si esto fuera una película, el montaje alternaría esto con la salida del malo de la habitación (previa atención de la llamada que le distrajo, entiendo) y su llegada al ascensor, con mi cara de lemur en pánico pulsando el botón como si no hubiera un mañana. Pero no es una peli, es un sueño como he dicho. Me desespero, no puedo bajar al vestíbulo si no dejan de entrar señores mayores en el ascensor. Porque sí, una manada de viejos ha empezado a gotear en el elevador y no hay manera de que esto baje. Uno de ellos me dice que es Micky Mouse y yo deduzco rápidamente que estoy en Disneyland París. Crack.
El malo llega al ascensor peeeeero, justo en ese momento, se cierra la puerta y bajamos mis viejos y yo directos al vestíbulo.
Solo tengo dos pegas a este sueño. 1, que me acabo de dar cuenta de que me he dejado el abono transporte en la habitación y creo que tengo que volver a subir y 2, que el malo era el difunto Carlos Larrañaga y, por tanto, toda la escenita en la habitación del hotel tiene tanto interés como una estantería Lack. 

Buen viernes y buenos sueños. Os dejo con un vídeo que alimentará vuestros pensamientos y vuestro alma.




50 kilos de papel

domingo, 4 de noviembre de 2012




Siempre me encuentro a las mismas personas cuando voy a trabajar. Si me apuras, casi las encuentro siempre en el mismo punto y, cuando no lo hago, es porque voy tarde. Es una buena medida del tiempo si no llevas reloj, pero eso no es el tema.

El caso es que siempre me encuentro al mismo chico saliendo de su casa. El chico es totalmente normal; viste normal, de estatura y complexión normal, brazos, piernas, moreno y sin ningún rasgo particular. Lo que destaca de él frente al resto es (a lo mejor es una tontería esto que digo) que no lleva mochila. No bandolera, no bolso, no maletín no nada. La mayoría llevamos algo. Ahora la moda es llevar unas tarteras modernas que imitan ser bolsos o algo así. Eso es infinitamente peor, claro está.

Yo, caminando unos pasos por detrás suya y acomodándome las asas de mi mochila, voy cagándome en todo, porque no solo llego tarde sino que me duele la espalda nada más comenzar el día, y me pregunto qué es tan necesario en mi mochila que siempre la llevo encima. El disco duro no es vital. Fundas de gafas, colirios, cepillo de dientes, pasta, cascos, un libro, el Pharmaton Complex, pegamento, tijeras, escalpelo, etc. Le envidio de verdad. De repente, la idea de que no llevar mochila es algo a lo que debo aspirar, me golpea cual manzana de Newton y juro que haré algo al respecto.

Luego, llego a casa y veo que mi habitación es una proyección gigante de mi mochila. Está llena de cosas que no necesito ni he necesitado, en el mejor de los casos, en 7 años. Y así estamos, con toda una habitación llena de cosas y expandiéndose. Soy la Nadiuska de mi portal. Guardo multitud de folletos, de revistas, de todo, porque creo que lo usaré en algún momento, veo su potencial, pero el potencial no es nada cuando no usas esas cosas. Si guardas unos apuntes de química porque piensas que, en algún momento de tu vida, sacarás tiempo y volverás a recuperar ese conocimiento que perdiste hace años, esos apuntes dejan de serlo para pasar a ser simple papel. Me da la sensación de que esto al final no se trata de guardar cosas, sino de posponer la vida de uno. LA MÍA, en este caso particular.

Así pues, he decidido empezar a tirar cosas, a deshacerme de todo aquello que de verdad no he usado en años, todo aquello que me recuerda que no hice algo en algún momento, por vaguería o por lo que fuera. A día de hoy, llevo unos 50 kilos de papeles reciclados, 15 de ropa y varias bolsas de objetos sin pesar. De momento, esos kilos de lastre no se han traducido en una ganancia de espacio notable, que era lo que esperaba, pero lo hará, se que lo hará. Si no, siempre puedo venir al blog y chivarme.